‘Tres hermanicas eran, blancas de roz, Ay ramas de flor!
tres hermanicas eran, tres hermanicas son’[1]
Las tres damas llegaron sin nada consigo, ni bultos, ni paños, ni casi palabras.
Ya que las que tenían, nadie podía entenderlas.
Llegaron arropadas de su nobleza, enmarcadas en la forma de los ojos,
almendrados.
Y por cierto llegaron con los bolsillos vacíos.
Menos una llave.
Tal que la gente del pueblo le atribuía algo misterioso a las tres, incluso alguien afirmaba con cierta persuasión, que procedían de un cuento de la Biblia, siendo tan judíos sus nombres.
Sea como fuese, llegaron y se quedaron.
‘En medio del camino un castillo le fraguó
de piedra menudita y laja alrededor’
Encerradas, pasaban los días rememorando sus antepasados, sus riquezas desperdiciadas, su tierra sobre todo.
Y soñando en esa tierra perdida.
Así que solamente en los días de mistral se le podía notar algún aliento de vida, en aquella casa donde habitaban.
Las dos hermanas mayores se escondían, cuando el techo parecía escaparse, mientras que la joven iba corriendo por todos lados, intentando cerrar ventanas y puertas.
Una lucha impar con muy pocas armas, debido a la débil madera de los marcos.
Ya que el viento, como huésped sin invitación, entraba por los portillos líberos de cristales, desde hacía años ya.
Y por despecho le tiraba el pelo hacia arriba, casi por llevárselo en su viaje de aire.
A la pequeña solamente.
Porque a las demás ya las dejaba en paz, con sus melenas bien recogidas bajo el broche del siglo XVI.
‘Ventanas hizo altas porque no suba varón’
Odiaba al viento, la joven, pero aguantaba las ráfagas con resignación.
La misma de cada día.
Aunque morando en aquella tierra cien años, siempre le recordaría que no le pertenecía.
Por tanto, las damas vivían alejadas de los demás, con la única preocupación
de cuidar lo poco que tenían.
¿Y que tenían?
Dentro de la cajita de la mesilla de noche.
La llave.
Guardada en un lienzo de seda.
Rodeado por los cuatro costados, de un lazo verde.
Empaquetado en un papel polvoriento, en el que apenas se leían los letreros, si
alguna vez había tenido.
Muy antigua la llave.
Aunque ni se sabía que iba abrir, porque tres puertas tenía la casa.
Tres, una para cada hermanica.
Pero la llave existía desde antes.
Y por cuanto hurgaban las tres en su memoria, no lograban recordar.
Una amnesia onírica se había apoderado de ellas.
En la duda, la cuidaban como si fuese de la puertecita de las hadas hiladoras.
Pero la llave seguía guardando su secreto.
Desde el lienzo de seda, rodeado de un lazo verde, en un papel polvoriento, dentro de la cajita de la mesilla de noche.
La hermana chica, que era la más fuerte, se encargó de vigilar la llave.
‘Por allí pasó un caballero, tres besicos le dio.
En el besico de alcabo, la niña se despertó’
Con el caballero la dama chica por fin se casó.
Saliendo de su casa para empezar la vida de esposa, miraba atrás de su espalda, como si el pasado le quedase pegado a la sombra.
Entonces quiso ver por última vez la llave.
Ya el cortijo quedaba en silencio, como abandonado.
Subió la escalera crujiente, alcanzó la habitación y la cajita de la mesilla de noche, el lienzo de seda, rodeado por los cuatro costados de un lazo verde, en un papel polvoriento.
Y al abrirlo, un torbellino con perfume de jazmines la envolvió toda.
Pero la llave no estaba.
Así la dama reconoció el único recuerdo inestimable.
El perfume de su tierra perdida.
España.
[1] Canción sefardí.
Sobre la autora.
Tiziana Palandrani. Nacida en Cerdeña (Italia), es profesora y etnomusicóloga.
Licenciada en Historia del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras y licenciada en Etnomusicología en el Conservatorio de Música de Sassari (ambas titulaciones cum laude).
Dedicada desde hace años a la investigación del material biográfico sobre Fryderyk Chopin; su ensayo sobre el compositor será editado en el 2020 por Brepols.
Desde el 2010 lleva a cabo una sistemática encuesta de campo en varios pueblos de Andalucía para estudiar las saetas y las evidencias musicales de la Semana Santa andaluza.
Ha presentado resultados y materiales de su búsqueda en diferentes convenios internacionales.
Se dedica también a la poesía y prosa en italiano, sardo y castellano; sus composiciones han sido premiadas en Italia y España.
En el 2019 su documental etnografico ‘Colmena mística’, dedicado a la polifonía de Montoro (Córdoba), resulta finalista en Italia en la «Rassegna internazionale Vittorio De Seta».