NÚMERO 4 VOL. 1

En virtud de las letras que acompañan el presente volumen, nos introducimos en el misterioso mundo vegetal, gracias a ese intento por comprender el Lenguaje arborescente que invoca Josué Rodríguez Calderón en su poema, tal vez con el deseo de atravesar las leyes que han creado los seres humanos y llegar hasta la sencillez a la vez tan compleja a la que alude Xochipilli Hernández. Por este camino podríamos percibir los cambios naturales como un latir –insinúa Xóchitl Cuauhtémoc– que se convierte en memoria, una Ofrenda. Son muchas las maneras de acercarse. ¿Acaso no es el secreto que guarda el sabio abuelo que menciona Hubert Malina? Estos secretos, visibles solo para quien utiliza los sentidos por encima de la razón, reposan entre los árboles que nos recitan Alberto Arecchi y Carlos Belziti, en los Lirios de Pablo Guisado, en la lluvia de Masiel Corona Santos, sobre el maíz. Hablamos de un ser que se metamorfosea a sí mismo.

Nuestros antepasados tuvieron la valentía de intentar descifrar la síntesis entre lo visible y lo no experimentado, pero no podían hacer más que observar, atentamente. A través del mito, y quizá lo que más nos anima en este momento, el relato, interpretaron y enseñaron los cambios de la naturaleza, como nos recuerda Angélica Santa Olaya en sus Frutos de amor, o Aldo Vicente Favero con su mítica semilla. Tal como aquellos maestros y maestras de las letras universales, que encontraron en el relato la manera de acercarse al mundo fantástico, Ulises Paniagua nos habla de las mandrágoras, y Ricardo Evangelista sobre un niño del bosque que con espanto contempla el hacha del hombre civilizado. De manera similar, Eduardo Honey Escandón recuerda la magia de los manglares, venas de la Tierra que han dado forma a una estructura que se renueva a sí misma, a veces tan fuerte y obstinada como el decidido tronco del que nos habla Penélope Gamboa, y en otras tan frágil como la margarita de María Pérez Yglesias.

Recordando la pasión de escribir para conocer, conocer para investigar, y el investigar para difundir, Patricia Zanatta nos comparte un poco sobre los secretos medicinales de las plantas andinas, que es a su vez la historia de toda una población. A través de un retorno hacia el bosque al que nos invita el ensayo de Carlos Guzmán (Gani), donde no gobiernan las reglas humanas, sino el incesante asombro de los niños, llegamos finalmente a desprendernos del osado pensamiento de que solo podemos aprender de los especialistas y científicos; comenzamos a poner más atención a las hojas, los pétalos, o a los estanques, como nos presenta Mirna Wabi-Sabi, pues a pesar de los increíbles avances de la ciencia, el ser humano aún no es capaz de replicar y predecir todas las facetas del reino natural.

Estos textos (escritos en español, portugués, mè’phàà, náhuatl y bribri) en conjunto dan cuenta de las distintas manifestaciones del conocimiento y la imaginación, transmitidas por medio de diversos estilos y lenguajes, inspiradas a su vez por todo un mundo que, si adoptamos las creencias de los autores de los cuales nos hemos ocupado, podría tratarse de una sola, enorme, excelsa entidad que no obstante se manifiesta en innumerables formas para que el ser humano pueda comprenderla de diversos modos, y así, quizá, pueda también percibirse a sí mismo como parte del mismo espléndido conjunto.