El lince – Fabricio Gutiérrez

1

Un lince pasa por mi sueño

pero no deja rastro.

Es afuera del sueño donde quedan impresas sus huellas.

La mujer que duerme a mi lado las pisa cuando baja de la cama.

Las pisadas de la mujer y las huellas del lince se confunden.

Las termina de hacer una sola el viento que entra por la ventana

que nunca sé quién a mitad de la noche abre cuidadosamente

2

Me imagino que al bosque

se le ocurrió crear al lince

un día de frío en el que las hojas de los pinos

eran tan finas que casi no se les podía ver.

Cuando yo era un niño vi uno,

apenas si tuve tiempo de mirarlo, era rapidísimo.

Estoy seguro que de haber parpadeado

no hubiera conseguido mirarlo.

A veces el bosque te da esa oportunidad,

la de mirar un lince.

Debes considerarte afortunado

si es que uno se cruza en tu camino.

3

El bosque me mira

a través de los ojos del niño

que sabe dónde encontrar

las bellotas más grandes.

Me ha encontrado perdido

y me mira con recogimiento.

Le parezco alguien triste. Alguien que está solo.

El bosque me habla a través de la lengua del niño,

me dice: “Quédate a vivir aquí,

entre la hierba y la madriguera de la liebre;

aliméntate de huevecillos de mirlo,

tu vida será apacible”.

Y el bosque, a través de la mano del niño,

me ofrece una bellota,

la más bonita.

Y acepto.

Este es mi primer día en el bosque.

La respiración de los linces recién nacidos

me acompaña.

Sobre el autor

Fabricio Gutiérrez (CDMX, México) Ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Minerva Margarita Villareal 2023 por su obra Estrellas mentales.

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