I
Sobre los gatos, mucho se ha escrito,
se ha escrito sobre su aura,
sobre su historia y vida,
sobre su gesta y lucha,
pero jamás sobre su muerte.
Los gatos jamás mueren.
II
Porque en tiempos de oscuridad,
con femenino cuerpo,
los gatos escribieron los umbrales egipcios
de la vida y de la muerte,
de la fecundidad y abundancia,
de aquellos palacios llenos de oro.
Bastet, amada mía,
Sekhment, esposa mía,
dulces umbrales que reclaman
por su bastión en el silencio.
Ora pro nobis,
diríamos en occidente,
sin embargo, ¿qué somos
si solo un juego para sus manos?
Cúpulas de emociones
que acaban con el silencio
con la desdicha,
con el imaginario que se desata
como una tormenta de arena
que se lleva nuestra pena,
nuestro nombre, nuestra muerte.
III
¿Y por qué tenemos el mundo?
¿Somos dueños o somos sombras?
Li Shou, ¿qué decidiste?
De gatos, todo se ha dicho,
pero ellos ¿qué han dicho?
Primero tuvieron la palabra,
pero no querían el mundo.
Entonces, ¿qué buscan?
El gato es un filósofo
que todo cuestiona, todo exhorta,
que todo se transforma en un sueño
que no tiene inicio, que no tiene final.
IV
Bakeneko, ¿qué tienes que decir?
Porque en tu misterio está el sentido
de una cosmovisión hereditaria
que se transforma en un oasis de conocimiento.
Como una guitarra desafinada,
andamos los humanos,
esperando por un viento que tenga palabra,
que tenga nombre y apellido de princesa,
que tenga recuerdo de un padre
que murió sin dejar herencia.
Gato de la suerte,
aquel que saluda entrando a todo negocio,
¿qué me depara el futuro?
Porque hoy tengo necesidad de amor,
porque hoy tengo necesidad de muerte.
V
De un gato, todo se ha escrito.
Se ha escrito sobre su mitología y magia,
sobre su protección y conexión,
con esa palabra que une
cielos e infiernos.
Sobre gatos, todo se ha dicho,
sobre su vida,
sobre su peste,
sobre su aura misteriosa
llena de desinterés,
llena de apologías
que llaman a dioses de todos los tiempos.
¿Qué son los gatos?
Posiblemente la primera idea de Dios,
de aquella imagen cristiana de eternidad,
pero que en la realidad
son la única sombra
que logra esquivar la muerte.
Siete vidas,
como siete días le llevo crear el mundo.
De los gatos se ha dicho todo,
todo menos la muerte,
porque los gatos jamás mueren.
Sobre el autor
Emilio Martin Paz Panana (Lima, 1990) Profesor de filosofía y religión, egresado de la Universidad Católica Sedes Sapientiae. Gestor cultural y director de Revista Kametsa y de los recitales benéficos Las voces del colibrí. Posee publicaciones, digitales y físicas, en el Perú y el extranjero, siendo traducido a diferentes idiomas. Investiga sobre la relación entre filosofía, poesía y estética.