Mythos y logos. El discurso de Pausanias en el Banquete de Platón

 

Por Victoria Marín

El tratamiento de este tema que involucra mythos y logos surge ante el interés de señalar, con un ejemplo mítico, las características y las funciones que se les han atribuido a ambos  términos como opuestos, similares o complementarios dentro de un contexto, o en este caso, dentro de un texto en específico. Para esto, es necesario remontarnos brevemente al mito en los tiempos de algunos de sus más antiguos exponentes helénicos: Homero y Hesíodo, los cuales, sin duda, influenciaron el discurso de Pausanias en el escrito de Platón.

En Homero, el mito no pasó de ser un término que hacía referencia al discurso religioso y poético, el cual tuvo gran influencia en la formación de las creencias griegas, sin embargo, carecía de la duda de su certeza, mientras que, según Hesíodo, los relatos míticos presentes podían estar sujetos a la verdad o a la mentira. Sin embargo, no estaban definidos por las atribuciones del mythos como lo conocemos hoy en día, en oposición al logos. Gadamer, en el siguiente fragmento, hace hincapié en esto:

La palabra mythos es una palabra griega. En el antiguo uso lingüístico homérico no quiere decir otra cosa que “discurso”, “proclamación”, “notificación”, “dar a conocer una noticia”. En el uso lingüístico nada indica que ese discurso llamado mythos fuese acaso particularmente poco fiable o que fuese mentira o pura invención, pero mucho menos que tuviese algo que ver con lo divino. Allí donde la mitología (en el significado tardío de la palabra) se convierte en tema expreso, en la Teogonía de Hesíodo, el poeta es elegido por las musas para realizar su obra, y éstas son plenamente conscientes de la ambigüedad de sus dones: “Sabemos contar muchas falsedades que se parecen a lo verdadero…, pero también lo verdadero” (Theog. 26). No obstante, la palabra “mito” no se encuentra en absoluto en este contexto. Solo siglos después, en el curso de la ilustración griega, el vocabulario épico de mythos y mythein cae en desuso y es suplantado por el campo semántico de logos y legein. Pero justamente con ello se establece el perfil que acuña el concepto de mito y resalta el mythos como un tipo particular de discurso frente al logos, frente al discurso explicativo y demostrativo. La palabra designa en tales circunstancias todo aquello que solo puede ser narrado, las historias de los dioses y de los hijos de los dioses.” (1997:24)

Y es justamente gracias a los filósofos y a algunos poetas como Jenófanes de Colofón, que el mito comienza a ser cuestionado antes de Platón, allanando el camino para que surja este enfrentamiento de conceptos, el discurso en tanto mito (aquel que justifica y legitima) y el discurso en tanto logos (aquel que explica y da cuenta de).

Ricardo López, citando a Hegel, habla del carácter ineludible de esta oposición gracias a la interacción cultural y al paso del tiempo: “el logos no provino de la nada, tanto como el mythos debe su existencia a las influencias que tenían entre sí todas las civilizaciones antiguas, que se fueron desarrollando, dando a luz así a unos sistemas de pensamiento que con el desarrollo de uno y el ocaso del otro, iban a llegar a oponerse.” (2005:19)

Sin embargo, a pesar de la diferenciación que se hace de los términos y de una aparente incompatibilidad, Platón une ambos en una obra enteramente filosófica, con el fin de ascender hacia la contemplación de la idea de la belleza y la naturaleza del amor.

Sobre el autor y su posición con respecto al mythos

Se dice que Platón (c. 428a. C.- 427 a. C.) pudo haber nacido en la ciudad de Atenas o en Egina y que su nombre de pila fue Aristocles. Fue alumno y seguidor de Sócrates, quien ejerció una gran influencia sobre él, hasta el punto de aparecer constantemente en su obra como maestro y referente filosófico y moral. Posteriormente, después de la muerte de Sócrates, Platón se retiró de Atenas y viajó por Megara, Egipto y Cirene, para luego volver a su ciudad de origen y fundar allí la Academia (que era muy similar a las escuelas pitagóricas, pues se enfocaba en los saberes filosóficos, matemáticos, astronómicos y físicos).

Sobre su pensamiento, podemos decir que este se inclinaba por una orientación antropológica, al mismo tiempo que ponía de manifiesto la preocupación por lo trascendente, pues se enfocaba en problemas que atañen al ser humano, tales como la división de los mundos, el ser, el sentido de la vida, la organización socio-política, las virtudes y los valores inmutables que deben caracterizar al filósofo, al resto de los hombres y a la misma polis.

Antes de entrar de lleno en la posición de este sabio con respecto al mythos, es importante señalar que la Grecia de Platón difiere en mucho de la Grecia homérica y hesiódica, debido al surgimiento de la polis, seceso que aumentó la importancia de la palabra y la razón como medios para posibilitar la participación activa de los ciudadanos en la vida pública; lo cual vino a significar “el surgimiento de una tensión fundamental de repercusiones duraderas para nuestra cultura: mito en oposición a logos” (López, 2005:7). Con el pasar de los años, la curiosidad intelectual y artística de los griegos encumbró al teatro e incentivó la reflexión filosófica, permitiendo el desarrollo de temas que respondieron a las necesidades y vivencias de la época, por parte de personalidades como los sofistas, Sócrates y Platón.

Sin embargo, todavía en el siglo V, a pesar de que gracias a los cambios políticos, económicos y sociales, el mythos se opone al logos como una narración libre frente a otra que debe argumentar y probar, podemos notar que el mito aún se encuentra muy presente en ciertos discursos. Sobre esto nos dice Badía Serrá: “Los grandes trágicos casi siempre recurrían a la mitología para el desarrollo de sus obras, y de la misma manera y probablemente con más fuerza, los filósofos. Platón es uno de ellos.” ( 2007:42)

Como se pone de manifiesto en la cita anterior, al igual que trágicos y filósofos de su época, Platón no rechaza totalmente al mito que sigue siendo parte de la cultura Griega, sino que, aunque lo considera inferior al logos y le da la categoría de una especie de “cuento de viejas” que debe ser monitoreado y a veces censurado para la formación de la juventud, lo utiliza para acercar a los demás a sus ideas, tal y como menciona García Gual en el prólogo a los Diálogos de Platón.

“A pesar de la inferioridad del estatuto que le otorga, Platón reconoce al mythos una utilidad cierta en los dominios de la ética y la política, en los que constituye, para el político y el legislador, un notable instrumento de persuasión y eso independientemente de toda interpretación alegórica.” (2004: 25)

Y es justamente porque el filósofo reconoce el poder del mito para penetrar en las mentes e influenciar el comportamiento del hombre a través de figuras retóricas como el exemplum y la alegoría, que lo usa para sembrar la duda, exponer comportamientos indeseables y virtuosos y expresar una idea compleja por medio de varias metáforas con fines didácticos. Es decir, para el filósofo el mito es una técnica narrativa y argumentativa que posibilita la ascensión de lo múltiple a lo uno, lo verdadero, imperecedero e inmutable.

El mito de Afrodita y su función en la intervención de Pausanias en el Banquete de Platón

En primer lugar, es importante mencionar que en la Grecia clásica y, específicamente en ciudades como Atenas, el culto de Afrodita se dividía en dos vertientes, las cuales pudieron haber influenciado el discurso de Pausanias: El culto a Afrodita Urania, como protectora de la ciudad, especialmente en su santuario de Iliso y en el ágora bajo el nombre de Hegemone, y el culto a Afrodita Pandemos (de todo el pueblo) en la ladera oeste de la Acrópolis, en donde se asociaba a lugares marginales como los prostíbulos. Sin embargo, a pesar de esto y en general, el culto a la diosa fue bastante homogéneo en cuanto a la vinculación con el amor, el deseo, la unión sexual, el matrimonio, la fertilidad y la fecundidad. (Valdés,2009:5-11)

Ahora bien, en la parte de la charla en torno al banquete que corresponde a Pausanias, Platón expone uno de los argumentos sobre el amor que posibilitan el desarrollo de El Banquete y con éste, las particularidades de los grandes tópicos cuyas nuevas interpretaciones se gestan dentro de la filosofía. Comienza diciendo que el amor no puede existir sin Afrodita (sin la belleza) y a raíz de esto desarrolla los dos tipos de Eros, al tiempo que menciona a la diosa a partir de la tradición homérica y hesiódica:

Todos sabemos, en efecto, que no hay Afrodita sin Eros. Por consiguiente, si Afrodita fuera una, uno sería también Eros. Mas como existen dos, existen también necesariamente dos Eros. ¿Y cómo negar que son dos las diosas?  Una sin duda más antigua y sin madre, es hija de Urano, a la que por esto llamamos también Urania; la otra, más joven, es hija de Zeus y Dione y la llamamos Pandemo. En consecuencia, es necesario también que el Eros que colabora con la segunda se llame, con razón, Pandemo y el otro Uranio. Bien es cierto que se debe elogiar a todos los dioses, pero hay que intentar decir, naturalmente, lo que a cada uno le ha correspondido en suerte. […] Por tanto, el Eros de Afrodita Pandemo es en verdad, vulgar y lleva a cabo lo que se presente. Éste es el amor con el que aman los hombres ordinarios. Tales personas aman en primer lugar, no menos a las mujeres que a los mancebos, en segundo lugar, aman en ellos más sus cuerpos que sus almas y, finalmente, aman a los menos inteligentes posible, con vistas solo a conseguir su propósito, despreocupándose de si la manera de hacerlo es bella o no. De donde les acontece que realizan lo que se les presente al azar, tanto si es bueno como si es lo contrario. Pues tal amor proviene de la diosa que es mucho más joven que la otra y que participa en su nacimiento de hembra y varón.

El otro, en cambio, procede de Urania, que, en primer lugar, no participa de hembra, sino únicamente de varón y es éste el amor de los mancebos  y, en segundo lugar, es más vieja y está libre dé violencia. De aquí que los inspirados por este amor se dirijan precisamente a lo masculino, al amar lo que es más fuerte por naturaleza y posee más inteligencia […] (El Banquete, 180c-181c)

Es por medio de esta intervención que Platón hace una clara partición de la figura de la diosa (quien ya contaba ya con dos orígenes), e interpreta estos de manera que las cualidades más importantes para Pausanias se asocien con Urania, ya que el amor que de ella procede une a los hombres por medio de la virtud a nivel espiritual e intelectual, poniendo de manifiesto la supremacía en la perfección moral. Por otro lado, a Afrodita Pandemos le confiere la cualidad de brindar el amor inconstante (propio de la contingencia de lo sensible) que es motivado solamente por la belleza física y el ímpetu de los amantes en la manifestación del deseo sexual. Esta concepción recuerda a la Afrodita de Homero, que une con un pasajero y desenfrenado vínculo a Paris y a Helena y que, además, incurre en la infidelidad dentro del matrimonio.

Sin embargo, es menester tener en cuenta que la intervención de Pausanias no condensa una especie de verdad platónica en su totalidad, pues es solo un escalón más que permitirá ir sustrayendo las ideas más generales con el fin de llegar a la realidad plena y total que se ubica en el mundo de las ideas y que permea, de una u otra forma, esta multiplicidad de elementos que son considerados como bellos y buenos a lo largo del diálogo.

Pero, ¿cuáles son los postulados de este logos o discurso de Pausanias (El Banquete, 180c-185c) que se encuentra ligado al mito, y que da cuenta del Eros y lo bello, incluso mencionando hechos políticos?

  1. Que el Eros Pandemo, al igual que la diosa de esta belleza superflua, es vulgar, inmaduro e impulsivo y equivale a una especie de hybris; pues es un amor del cuerpo que se presenta entre hombres y mujeres y que no puede impulsar acciones bellas ni buenas, puesto que no contempla la virtud; por el contrario, incita a obrar feamente al conceder favores al pérfido.
  2. Que el Eros Uranio viene de la diosa celeste y, por consiguiente, es más sabio, porque ama la belleza del alma, la sabiduría y el carácter. Tiende a la inteligencia y se da entre varones con rasgos de madurez (aunque el amor se dé entre uno más viejo y otro más joven). Además, está en condiciones de ser más constante y justo, porque amante y amado reciben lo que merecen en cuanto a la virtud. Por ejemplo, el amado hace sabio y bueno al amante a través de su vínculo, pues esto es lo que corresponde a quien busca de manera natural la virtud.
  3. Que es lícito complacer en todo por obtener la virtud y realizar las acciones propias de una relación, así como sufrir sus consecuencias si se está impulsado por el amor a la sabiduría.

Ahora bien, considerando las dos primeras afirmaciones, se puede encontrar gran similitud con los postulados de Platón expuestos en otras de sus obras, como la supremacía de lo bueno que necesariamente es bello y que está ligado a la moral y a la virtud y que, como mayor bien, se alcanza por medio del amor a la sabiduría; sin embargo, la figura de Afrodita, aún como Urania, no puede desligarse de los placeres corporales que, aunque en este contexto se unen a los del alma, no dejan de ser placeres menores ligados a la parte apetitiva del alma, a los cuales no ha de tender el sabio por naturaleza. Pues, aunque Pausanias no aluda a lo meramente sexual de manera explicita, la narración de los orígenes de la diosa ambivalente permea su discurso, trayendo consigo, como todo mito, una carga estereotípica cultivada por años que trae a colación los apetitos corporales. Incluso, la pederastia misma que defiende Pausanias, hace referencia a esto.

Pero esto no es un error en el planteamiento del texto, sino que contribuye a la dialéctica de Platón, un método muy similar a la mayéutica socrática, la cual propiciaba una “búsqueda en común” en donde quienes se comunican entre sí, por medio del diálogo, se acercan a la verdad, yendo desde la multiplicidad a la unidad y desechando concepciones falsas para alcanzar el saber. Es por medio de la exposición de diferentes tesis y antítesis que se llega a la síntesis o conclusión del diálogo luego de subir todos los escalones necesarios.  La síntesis de este diálogo no es otra que la idea de que el amor es un eterno apasionado de la sabiduría, cuya figura se asemeja al ideal platónico y socrático del filósofo. Pero, volviendo al papel de la diosa del amor y a la función del mito, Platón refuerza una idea que no debe ser desechada. Esa de que la belleza inmanente acompaña a lo bueno (kalos y agathos).

Por otro lado, aunque en el banquete de Platón el mythos es utilizado como un método de enseñanza y persuasión que cumple con la función de ser el vehículo por el cual se comunican las ideas de los comensales y las del mismo Platón, no se podría hablar realmente de una relación en términos de inferioridad y superioridad (dejando de lado la opinión del filósofo), porque, si nos centramos en la utilidad de la narración mitológica en este contexto, veremos que “el mito no está subordinado al logos en sí mismo, sino que trata de estimularlo, fecundarlo, enriquecerlo.” (Badía, 2007:62)

Como dice Badía, “Platón usa el mito como un recurso ante la imposibilidad de manifestar ideas de difícil conceptualización, o de hacerlo mediante el logos. El mito, pues, es un recurso para llenar las insuficiencias del discurso lógico-racional apoyado en la dialéctica.” (2007:62)

Pero, exactamente, ¿por qué se afirma que el mito cumple una labor tan importante en Platón? Yendo más allá del atractivo del relato mítico, la respuesta la encontramos en dos aspectos fundamentales de este tipo de narración:

La función del mito como estímulo: Según Grondin, la función de los diálogos platónicos es principalmente la de incitar las mentes de los que poseían una disposición natural a la filosofía para perfeccionar su formación a partir de lo cercano ligado a la tradición (2006:59); es por esto que el mito es un recurso ideal, ya que en El Banquete nos lleva a realizar un ejercicio de imaginación, creatividad y razonamiento que permite vincular la situación humana y lo trascendente con elementos simbólicos, los cuales pueden desentrañarse gracias a las capacidades intelectuales, las experiencias personales y el bagaje cultural, con el fin de utilizar estos elementos para acceder a la Idea. Eso sí, se debe tener en cuenta que, aunque el mito está sujeto al contexto y a la interpretación, para Platón la idea no es subjetiva, sino plena y total, lo que nos ayuda a distinguir de manera clara en el texto los medios del fin.

Su relación con los estereotipos: Entendemos al estereotipo como una opinión ya hecha que se impone sobre una comunidad a lo largo del tiempo (López, Encabo, Moreno y Jerez, 2003:126), la cual puede verse reflejada en diversas manifestaciones culturales y es transmitida principalmente por medio del lenguaje, vinculándose a las diversas mitologías e, incluso, a las religiones y a otras producciones sociales. Sobre esto dicen López, Encabo, Moreno y Jerez, citando a Green y a Burke: “Cada personaje mitológico estaba asociado con una forma de explicar el mundo y representaba un comportamiento convirtiéndose este último en algo estereotípico, que era susceptible a ser imitado por el resto de los habitantes de una zona geográfica.” (2003: 127)

 Es así que, al igual que el mito, el estereotipo ha dirigido el comportamiento de los miembros de una sociedad, las actitudes de rechazo o aceptación y las opiniones de estos, y durante este proceso, lamentablemente, ambos han estado vinculados a prejuicios nocivos; pero, esto no significa que a través de este conocimiento no podamos hacer una reflexión crítica de lo que se nos presenta para desechar esas concepciones dañinas que a lo largo de nuestra vida se nos han presentado como valores positivos. De hecho, este es el objetivo que Platón persigue por medio de la dialéctica y que ejemplifica con los aportes de los comensales. Se debe tener en cuenta que del estereotipo y del mito también se pueden extraer nociones positivas para beneficiar a las almas y a la convivencia, tales como la idea de lo bello, lo justo y lo bueno, de las cuales se desprenden otros valores como la constancia (en la virtud) y en la sabiduría.

En resumidas cuentas, el mito de Afrodita en el discurso de Pausanias atrae, estimula e incita la criticidad, sin alejarse de la carga semántica del mito de la diosa, mientras que el logos desarrolla los conceptos, explica, interpreta y le da seguridad al discurso, por lo que ambos resultan igualmente importantes para comunicar, explicar y asimilar conceptos desde una perspectiva didáctica.

Bibliografía

Badía, E. (2007) El mito en la obra de Platón. El Salvador: Editorial Universidad Don Bosco.

Grondin, J. (2006) Introducción a la Metafísica. Traducción de A. Martínez Riu. Barcelona: Herder Editorial.

López, A., Encabo, E., Moreno, C., Jerez, I. (2003) Cómo enseñar a través de los mitos. La Didáctica de la Lengua y la Literatura en una fábula alegórica. Didáctica y Literatura. Recuperado de: file:///C:/Users/Victoria%20B43994/Downloads/20321-20361-1-PB.PDF. [Consulta 7 de diciembre 2018]

López, R. (2005) El mito griego como antecedente de la racionalidad filosófica (Tesis de Doctorado en Filosofía, Universidad de Chile). Recuperado de

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Platón (1988) Diálogos. Traducción de Carlos García Gual, M. Martinez Hernandez, Lledó Iñigo. Madrid: Editorial Gredos.

Platón (1998) Mitos. Traducción de Carlos García Gual, J. Calonge, M. Martínez, E. Lledó, C.E. Lan, Mª I. Santa Cruz, Francisco Lisi, J.M. Pabón, M. Fernández-Galiano. Madrid: Siruela.

Rodríguez E., Lama C., De Lara A. (2013) Ocho Filósofos. Andalucía: Editorial Alegoría.

Valdés, M. (2009) Los espacios de Afrodita en la Polis Arcaica de Atenas. ARYS. Recuperado de:

file:///C:/Users/Victoria%20B43994/DownloadsSEPARATALOSESPACIOSDEAFRODITA.pdf. [Consulta 10 de diciembre 2018]

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