Los tiempos de pandemia nos remontan a la mitología. La mitología concedía a todo acontecimiento el poder revelado de los dioses y representó un contexto de la historia. Los dioses residían en la montaña más elevada de Grecia. ¡El Olimpo! Lo más alto de lo más alto. Un conglomerado de divinidades era reconocido en las grandes ciudades. Vivían en mansiones de cristal rodeados de grandes muros que no podían ser escalados. Los tronos estaban decorados con piedras preciosas y mármol. La Ilíada estampó las grandes hazañas, desgracias de los dioses y los humanos que le servían al plasmar la vida del dios Aquiles al llenarse de hybris.
La mitología romana estaba cimentada en los ritos, mitos y cultos del pueblo. La expansión del territorio romano y sus conquistas trajo la asimilación de los dioses de la mitología griega. El primer emperador de Roma, Augusto, sediento de gloria y reconocimiento asignó a Virgilio escribir las hazañas de Roma en La Eneida. Virgilio glorificaba a Roma dándole un origen místico, mediante el personaje de Eneas, héroe de Troya, siendo sus descendientes Rómulo y Remo, los fundadores de la ciudad.
Igualmente, China cimentó su mitología en relatos fantásticos que se cohesionaban a su antigua cultura. Mucha de su mitología es compartida con Japón y Corea, producto de conquistas durante la dinastía Han. La interpretación de los relatos estaba impregnada de la filosofía de la época. Consecuentemente cada Dinastía, promovía las ideas filosóficas del momento en sus relatos, mitos y leyendas.
Pero no hay comparable con la concepción de hybris como una de las causas de las pandemias. La pandemia era el producto de castigos provocados por el hombre o los dioses mismos. Hybris se refiere a la violencia de los poderosos hacia los débiles. Se aplica a todo aquel que se considera superior, personificando la insolencia y falta de moderación e instinto. Es desmesura, exceso, un orgullo o confianza en uno mismo exagerado. El soberbio Edipo, lleno de hybris, estaba convencido que podría escapar del Hado; Cometo y Melnipo se llenaron de hybris durante su relación amorosa, por lo que los dioses se enfurecieron provocando pestilencia y sufrimiento.
Tucídides en su libro la Historia de la guerra del Peloponeso, atribuye la peste de Atenas a la hybris. Atenas en su época de oro fomentó la construcción de grandes obras públicas, mejoró la calidad de vida de los atenienses y dio un gran impulso a todas las manifestaciones artísticas y culturales bajo el mandato de Pericles. Sin embargo, la floreciente Atenas albergaba una cantidad ingente de esclavos. Vivían en la miseria, en barriadas hacinadas, sin derechos, aunque se los tratara en general con humanidad. Fue en esta población marginada donde prendió con mayor saña la pandemia. La fatalidad no fue una escena de teatro sino espantosamente la realidad. Atenas era substantivamente una democracia. La democracia de Atenas es la primera documentada en la historia. Al sobrevenir la muerte de Pericles, el régimen democrático ateniense fue interrumpido dos veces por la revolución oligárquica hacia el final de la Guerra del Peloponeso. Las actitudes de los habitantes marcaron un giro histórico. Cada habitante anhelaba ser el primero, sacrificaban todo por la lisonja. Durante la pandemia el anhelo de superioridad se apoderó de ellos. Se apoderaban de la riqueza de los muertos, en un afán de vivir la vida y conseguir el placer inmediato. El verano de 430 a.C, la pandemia avanzaba y los delitos también. Los perpetradores pensaban que iban a morir y no habría que esperar por la justicia. Sus corazones llenos de hybris, únicamente pretendían sacar provecho de la vida. Atenas fue derrotada por Esparta. El estallido de la plaga, el hacinamiento y un tercio de las muertes en la población consumió la ciudad. Hermosa Andújar dice…
La peste ha transformado de un plumazo a la sociedad ateniense, zénit de la civilización humana, en el reino de la necesidad. Le ha bastado tan sólo con diezmarla y amenazarla de extinción para sacar de su órbita a ese astro rey civilizatorio y devolverlo a las cavernas (1970, p.125).
En el siglo 21 debería existir el conocimiento más allá del mito y la leyenda para poder explicar la pandemia. Sin embargo, la única explicación de cada muerte es la invasión de una extraña pero ignota enfermedad declarada pandemia. Hasta su nombre describe adjetivos de poder, dominio, majestuosidad parecida a los dioses. ¿Cómo presentar un enfoque mitológico a la pandemia del COVID- 19 en el año 2020?
Concibiendo el enfoque mitológico de una pandemia
El 19 de diciembre de 2019 los dioses de la mitología China se sentían confundidos. Era un pandemonio de sentimientos. Sentados sobre los tronos tallados en oro y piedras preciosas con empuñadoras semejantes a las cabezas de las serpientes y dragones, recostando su cabeza en lienzos acolchonados de seda fina sus facciones se distorsionaban y sus cuerpos intranquilos dirigían su mirada a la provincia de Wuhan. Los dioses de la compasión, Guanyin y Wong Tai Sin hablaban acaloradamente. Largas filas de las almas que iban a reencarnar aquejaban a Meng Po. La vieja señora Meng como todos la conocen estaba exhausta. El número de almas que ha tenido que adiestrar en su labor de hacer olvidar es interminable y difícil. Su trabajo consiste en asegurarse de que las almas listas para reencarnarse en algún reino superior no recuerden sus vidas pasadas ni su estancia en el infierno (Di Yu). Meng recolecta hierbas de diferentes estanques y arroyos en la Tierra, para crear su té de los cinco sabores del olvido. Esta bebida se le ofrece a cada alma antes de abandonar el DiYu. Además, Wong Tai Sin (el dios de la curación) ha estado buscando en todos los confines de la Tierra y ha consultado todos dioses y seres vivos existentes. Sus ánimos han mermado y su corazón melancólico y afligido no le han permitido descansar. Wong no encuentra el remedio a la plaga que aqueja al mundo.
Informes de afectados por una enfermedad inhabitable procedían de la ciudad de Wuhan. Es la ciudad más poblada de la zona central de la República Popular China. El clima es condicionado por los monzones. Tiene las cuatro estaciones plenamente diferenciadas. Los inviernos secos y fríos mientras que los veranos son húmedos y calurosos. Es una de las ciudades de China con las temperaturas más altas durante el verano. Los ríos Yangtsé y Han la abrazan con sus aguas. La historia ha marcado su trayectoria. El levantamiento de Wuchang en la ciudad, el 10 de octubre de 1911, produjo la caída de la dinastía Qing y al establecimiento de la República de China. Hoy, los corazones de sus habitantes están trémulos y llenos de dolor. El llanto se ha convertido en alarido. Retumban los puntos cardinales de la Tierra por el número de muertes. Las voces de los hombres han llegado a los dioses. Sus gemidos ensordecen el Universo.
El Mercado Mayorista de Mariscos del Sur de China de Wuhan se convirtió en el centro de la pandemia. El 1 de diciembre de 2019 la Comisión Municipal de Salud de Wuhan reporta un sinnúmero de casos de neumonía en la ciudad, específicamente en el Mercado. Ulteriormente se determina que los casos son causados por un nuevo coronavirus. Luego se confirma oficialmente un caso de COVID-19 en Tailandia, el primero registrado fuera de China. Varios países comienzan a informar casos. Los dioses tailandeses, figuras míticas, están espantados. Los dioses habitantes del bosque de Himmapan, situado en algún lugar entre el Himalaya, cerca de la frontera entre India y Nepal están estupefactos. El bosque está bajo el cielo de los budistas e invisible a los ojos de los mortales que no pueden acercarse. La enfermedad no da señales de su procedencia ni su cura. El pánico se apodera del mundo. Li T’eih-kuai afanosamente busca en los poderes de su calabaza el remedio. El anciano cojo de mal aspecto físico, con la cara sucia, la barba desaliñada y el cabello sucio recogido con una banda dorada que representa su inmortalidad visita los confines del Cosmos en busca de la cura. Muchos se extrañan de su afán por ayudar ya que generalmente es un dios iracundo y malhumorado. Lo que no saben es que en realidad es compasivo con los enfermos. La calabaza de T’eih-kuai contiene un elixir mágico capaz de curar todas las enfermedades. Li T’eih-kuai está fuertemente relacionado a la medicina gracias a los poderes de su calabaza. Sin embargo, esta vez el elixir no ha trabajado para detener la enfermedad. Los seguidores de Li T’eih-kuai plasman en los pórticos y salones el símbolo de su muleta para atraer la cura. La muleta es uno de los símbolos que se sigue utilizando en la actualidad y generalmente se encuentra en las boticas más tradicionales de la medicina china.
El dios Kuan Kung interviene para ayudar a la humanidad. ¿Quién es? Las escuelas de artes marciales estampan en sus edificios una figura de porte serio, larga barba, cara roja y que enarbola un arma de gran tamaño. Es el dios protector por excelencia de la mitología China. Se afirma en la literatura que no sólo aparece en la mitología, los budistas lo convirtieron en guardián de uno de sus templos por primera vez en el siglo VII y los taoístas reconocieron su fuerza como protector contra los demonios. Kuan Kung promueve medidas extremas para detener la pandemia. Impulsa cubre bocas y distanciamiento, además del aislamiento social. Otros místicos se han unido a sus propuestas.
La pandemia ni es cuestión de uno o varias deidades, sino de la humanidad misma. Se ha convertido en una cuestión moral y mundial. Un cónclave de dioses mitológicos podrá llegar a acuerdos, pero es el Homo sapiens el gestor de su propio destino. Amortiguar la hybris, es parte de la solución. El propósito principal perpetuar la raza humana. Los resultados se reflejarán en los próximos años.
Referencias
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Mitología.info. (2018, 31 de mayo). Descubre las Mitologías del mundo, su origen e historia. Mitología. Recuperado de https://www.mitologia.info/.
SOBRE LA AUTORA
Elizabeth Diaz Rodriguez es puertorriqueña. Su pasatiempo es escribir. Entre las labores se incluyen, diseñadora de módulos, tallerista, educadora, mentora de proyectos de investigación. En 2017 fue parte de los premios de Lima Claro Internacional con el artículo «Sublevación, desobediencia y cambio».