Orfeo era un músico amateur y atelier, que vivía en una pequeña casa a las afueras de la gran ciudad de New Hades, en el año 20XX. Nunca acostumbrado a la vida en la ciudad, se había retirado con su pareja Eurídice a los suburbios. Hacía unos años se habían conocido en un festival de otoño organizado por la escuela local, al que habían invitado a distintos artistas de la localidad. Subió y tocó en su guitarra, no pudiendo mantener su concentración en las notas, pues su mente se desviaba para intentar encontrar la voz que su canción coraba. Tocó una canción y otra, pero exhausto por los sentimientos que tal voz le producía, se detuvo a secas en el medio de un punteo, para pedir por los micrófonos ayuda, rompiendo el trance que había producido su música.
―Tengo que vocalizar una queja –dijo, llamando la atención de todos los que estaban allí―. No puedo continuar este concierto sin la increíble voz que todos estamos escuchando… así que, si me hace los honores de subir a acompañarme….
Orfeo encontró con su mirada a una joven alta, de vestido ámbar, rodeada de niños con uniformes escolares, con el color rojizo en sus mejillas. Imprimió seguridad a su estado dando un paso al frente, tras la seña que el artista con la guitarra le había hecho.
La rutina era apacible en aquella casa. Orfeo trabajaba alegremente, componía y arreglaba instrumentos mientras Eurídice trabajaba en el colegio los días de semana; excepto los viernes, cuando sus alumnos veían llegar en bicicleta a pie al “profe de música”. Sin embargo, lo que más amaba Orfeo era los fines de semana, cuando con su pareja se retiraba al atelier del fondo y componían música juntos.
Un sábado, en el que Eurídice había salido para buscar algo que tomar, Orfeo se extrañó al notar que su amada demoraba en su regreso. Empezó a sentirse nervioso, y, cuando el tiempo había excedido lo lógico y su cuerpo empezó a transmitir malas vibras, salió a buscarla.
Vio luces azules asomarse a su tranquilo paraje y nervioso empezó a correr.
Meses más tarde, Orfeo se dirigía a aquel lugar que había evitado por mucho tiempo. Triste y melancólico, caminaba hacia a un juzgado a declarar en el caso de un homicidio por robo. Habían encontrado al culpable, pero Orfeo no sentía nada por ello, ni un deseo de justicia, ni alegría por saber la verdad. Le habían robado a la persona más importante en su vida por papeles de colores. Él sólo iba a cumplir con su deber cuando una mujer se atravesó en su camino con un folleto.
― ¿Ha oído hablar de la Fundación Perséfone?
Orfeo la miró extrañada.
― Yo soy miembro de la Fundación Perséfone. Ayudamos a cumplir sueños, y bueno, mucha gente quería que le ayudáramos con el suyo. Usted es Orfeo, ¿verdad?
― ¿Quién lo pregunta?
― Mi nombre es Recatón. Soy una miembro de la Fundación. Mucha gente oyó su historia por las noticias, no sé si sabía.
― No, no tengo idea.
― Bueno, esa gente y nosotros queremos ayudar a… inmortalizar a su esposa. Sabemos que nunca pudieron publicar lo que componían. Tenemos aliados en empresas de música, disqueras, incluso algunos cantantes famosos querían formar parte…
La impetuosa joven le entregó un panfleto llamado “Proyecto Eurídice”, y Orfeo lo guardó cuidadosamente en su bolsillo, su mente divagando por música más alegre que la banda sonora de los últimos días. Música nostálgica, y solemne, pero alegre, y no pudo evitar que una sonrisa, por primera vez en mucho tiempo, llegará a su rostro.
Sobre el autor.
Matías German Rodríguez Romero. Estudiante, bibliófilo y cinéfilo obsesionado por la auto superación y por la búsqueda de nuevas experiencias, acompañado por las letras desde los cuatro, receptor de reseñas y sugerencias por mis colaterales que comparten este mismo amor por el género literario y cinematográfico, en todos sus estilos y formatos. Sus escritos son una suerte de ventana a quien es como persona, el resultado de atreverse a soltar los libros y tomar la pluma.