Zoología del más allá: animales fantasmas en la tradición clásica

Podría pensarse que las historias sobre animales fantasmas son una invención de los siglos XIX y XX, por la fecunda difusión y éxito de la que gozaron, incluso en el séptimo arte. Recuérdese el espectral Sabueso de los Basquerville (1902) de Sir Arthur Conan Doyle, quien es arrancado de la fantasía y domado por el pensamiento lógico de Sherlock Holmes.1 O Los Perros de Tíndalos (1931),2 creados por el escritor Frank Belnap Long, jauría que invade el mundo onírico de los mitos de Cthuluh, en relatos como El que susurra en la obscuridad (1931).3 Cabe mencionar que el mismo Howard Phillip Lovecraft posee también un cuento escalofriante titulado El Sabueso (1922).4

Ya avanzado el siglo XX, Stephen King, saca a la luz Cementerio de mascotas (1983),5novela que versa sobre antiguas creencias mágicas de los indios norteamericanos Micmac, relativas a lugares malditos poseídos por los demonios wendigos, que pueden volver de la muerte a quien sea enterrado ahí: hombres o animales. Fue llevada a la pantalla en 1989 convirtiéndose en una película de culto, cuyo tema es retomado por Tim Burton en 2012 en su filme animado Frankenweenie.
Lo cierto es que la presencia de animales espectrales se remonta a miles de años en la historia humana. Grecia y Roma no solo conformaron ejércitos de fantasmas humanos en las páginas de su riquísima civilización, los animales fueron también sombras que entretejieron su discurso.

En este artículo se analiza cuatro casos identificados en la tradición clásica al respecto:

  • Espectros de animales cuyo origen nunca fue humano.
  • Trasmigración definitiva de un fantasma en bestia.
  • La transmutación de fantasmas en diversos animales.
  • Instinto paranormal.

I. Los espectros de animales cuyo origen nunca fue humano: caballos muertos trotan aún sobre Maratón

La presencia de un espíritu no siempre es visible, puede ser solo un indicio que presagia su materialización: un murmullo en el oído, su aliento rozando apenas la sensible piel del cuello o el sonido de las cadenas que lo aprisionan −como ocurre con la desafortunada ánima descrita por Plinio el Joven.−6

Ovidio refiere el vago movimiento que insinúa la presencia del fantasma de Rómulo y que, sin materializarse, eriza los cabellos de Julio Próculo como una ráfaga de hielo .7

Este fenómeno afecta también a los animales. En la llanura de Maratón, –narra Pausanias−8 se encuentra aislada la tumba de Milcíades, quien  fuera hijo de Cimón. Ahí es posible percibir, durante toda la noche, caballos relinchando y a hombres combatiendo. El eco de la muerte recorre ese lugar. La presencia de los caballos fantasmas no solo acompaña a los guerreros desaparecidos, les da significado. El sonido y su vibrar son un efectivo amplificador del miedo. Es el chocar de sus cascos invisibles lo que inyecta terror a la escena, es el tonantes equos de las Odas de Horacio,9 es el remontarse al símbolo del caballo estruendoso y espantadizo, es lo que Salomón Reinach entiende como representación del mítico rey Tíndaro, antiguo dios espartano montado, cuyo nombre es onomatopeya de tundere, el trueno.10 Es también el fragor y relámpago de la tierra, del trotar de Poseidón equino −benefactor de los atenienses− y  de su daimon alado, Pegaso.

La muerte, en efecto, recorre Maratón, cabalgando sujeta de las crines fantasmales que son más que las ondas de los cabellos: son símiles de las olas del aqua tenebra. En la opinión de Bachelard, el mismo patrón de movimiento de las crines es el del movimiento sugerido por el agua corriente, las olas saltarinas y el rápido corcel. La ondulación de la cabellera es el pa/nta r(ei= heracliano, está ligada al tiempo, al tiempo irrevocable que es el pasado. 11 Es el caballo acuático de carácter terrorífico, símbolo del abismo de las profundidades y del devenir, por su carrera incansable y por estar ligado a las potencias que rigen los titánicos relojes naturales: luz, sombras, sol, noche, vida, muerte…

II. Transmigración definitiva de un fantasma en bestia: Licas el obscuro y el Daimon maligno de Temesa

La oscuridad no solo se oye, se duplica y se esparce como hiedra perniciosa en forma de vellosidades. Existen mal muertos, entes que algún día fueron hombres y que tuvieron decesos saturados de ira y dolor. Su miseria los transforma, vertiendo definitivamente  su alma dentro de bestias, disolviendo para siempre su núcleo humano.

Ejemplos terribles –narra nuevamente Pausanias− ocurrieron en Temesa. Existió un espíritu maligno que acosaba a aquella población. Lo cubría, a modo de capa, una piel espantosamente negra, fundiéndose en su dorso, era la piel renegrida de un lobo. Su nombre era Licas. Todo vestigio de humanidad había sido engullido por esa nueva y repulsiva naturaleza bestial. Un día llegó un héroe, Eutimo, quien lo venció y desterró definitivamente.

Ocurrió también que, Odiseo, arrastrado por los vientos, llegó a ese mismo  lugar, Temesa. Ahí uno de sus marineros se emborrachó y violó a una joven virgen. Los habitantes lo lapidaron hasta morir. Pero los dioses no respetaron el agravio y ordenaron a la población construir un templo para hacerse propicios al héroe. Debían ofrendar cada año, como mujer, a la más hermosa virgen de Temesa.

Entonces Eutimo, quien desterrara a Licas en otra ocasión, es de nuevo el libertador del pueblo. Vence en combate al daimon lóbrego, obligándolo a hundirse en las profundidades del mar. Hasta la remota isla de Temesa, más allá de Italia y Sicilia, llegan los tentáculos de los mitos asirios, babilónicos, fenicios, hebreos y árabes en torno a la existencia de demonios velludos. Eran llamados seirim y Azazel, macho cabrío de la tradición cabalística, era su líder. Son entidades amorfas de Ahou, el chacal asirio.12

Las cabelleras nefandas de Licas y del Daimon de Temesa son expresión de las aguas mortuorias, mare tenebrum donde se hunden para desaparecer. Recinto maldito donde tantos héroes han visto terminar sus días por ahogamiento. Sepulcro inmenso, cósmico, constelación de agua negra traducida en millones de hilos de pelo.

Viene al caso, una historia contada por Heródoto, en la que un soldado fantasma cuya barba confeccionada de sombras, cubría todo su cuerpo. Fue Epizelo, hijo de Cufágoras, quien lo vio.13 Del otro lado del mundo y del otro lado de la historia, los mayas poseían creencias similares en torno a seres completamente cubiertos de pelo y alados, llamados Ikales y en el pensamiento náhuatl habitaban entes de largas cabelleras, decapitados que reptaban sobre el suelo: tlacatzontli.14

III. La transmutación de fantasmas en diversos animales

He de referir el caso de los fantasmas que por motu proprio eligen transformarse en animales, pero que a diferencia del caso anterior pueden regresar a su aspecto antropomorfo original. Representan la creencia universal de los poderes maléficos y su vínculo con la valorización negativa del simbolismo animal. La tradición transmite en la voz de Luciano de Samosata, la historia del monstruo que infestaba la casa de Eubátides en Corinto.15 No era como el desafortunado anciano que mantenía hechizada la casa de Atenas descrita por Plinio el Joven, era en términos claros un espíritu chocarrero. Cuya intención era dañar a toda costa a quien ingresara en la decadente residencia consumida por el abandono. Su método de ataque: transmutarse en perro, en toro y en león. Nunca creyó que Arignoto −un filósofo versado en magia negra egipcia− fuera a visitarlo. Tanto los bóvidos, como los cánidos y los felinos de este relato tienen un origen común: Equidna, madre de todos los horrores: Quimera, Esfinge, Escila, Cerbero, León de Nemea. En ella, Jung16 quiere encarnar una “masa de líbido incestuosa” porque se reprodujo con su hijo el Perro de Gerión para engendrar a la Esfinge, a quien él relaciona con las serpes ancestrales: Rahab, Leviatán, Behemont. Es la feminización del monstruo de las aguas mortuorias. Existe en Luciano una relación entre el fantasma y los animales en los que se transmuta: el caballo acuático, emisario de las profundidades de la muerte, dota de ondas oscuras de pelaje al perro. Su galope es isomorfo; por un lado, del rugido estruendoso del león; por otro, del bramido del mar, del mugido del toro.

IV. Instinto Paranormal

Por último, existe una referencia más a un tema inusual vinculado con los animales y los fantasmas: el instinto paranormal. Algunas bestias pueden reconocer la presencia de un espectro. Demaineta muere −cuenta Luciano−17 y debe volver porque no encuentra el descanso: fue enterrada sin su ajuar completo. Nadie se percató de que le faltaba una sandalia. La aparición no logra hacer contacto con sus deudos hasta que el pequeño perro de la familia emite la alarma. Al verla sienten gran temor, luego mucho dolor. Sin embargo el pequeño perrito transforma la escena de indecible tristeza en una de sarcástico humor: tiene mordiendo debajo de la cama la sandalia por la que Demaineta ha regresado de ultratumba. La sandalia o chancla, sirve de alegoría y de ácida burla para representar que el personaje tiene un pie en la tierra y el otro en el más allá.

 

NOTAS

1   Conan Doyle, 2010

2   Belnap Long 1981.

3 Lovecraf, 1973

4 Idem,.

5 King, 1983.

6 Plin. Epist. VII.

7  Ov. Fast. II.

8   Paus.GD. I.

9 Hor. CarmI.

10 Reinach, 1912, p. 124.

11 Bachelard, p. 116.

12 Langton, 1951, p.229.

13 Hdt. Hist. VI.

14 Sahagún, 1988, 1, V, III; XI-III.

15 Lucianus S., Philops. 31.

16 Jung, 1972, p. 174.

17 Lucianus S. Phliops.,27.

 

REFERENCIAS

BACHERALD, G (1994). El agua y los sueños, Madrid: FEC.

BELKNAP LONG, F (1981). Los perros de Tíndalos. Madrid: Adiax.

CONAN DOYLE, A (2010). Obras selectas, Madrid: Edimat.

DURAND, G (1992)., Las estructuras antropológicas del imaginario. México: Fondo de Cultura Económico.

HERÓDOTO (1977). Historias, tomo III, versión de Arturo Ramírez Trejo. México: UNAM, (Bibliotheca Scriptorum et Romanorum Mexicana).

JUNG, C (1972). Métamorphose et symboles de la libido. Paris: Montaigne.

KING, S (1983). Cementerio de animales. Madrid: Plaza y Janés.

LANGTON, E (1951). La démonologie, París: Payot.

LOVECRAFT HOWARD, P, (1973). Supernatural Horror in Literatur. New York: Dover.

 SAMOSATA, L (1962). Obras, vol. 1, ed. José Alsina. Barcelona: Alma Mater.

Ovidio, P (1985). Nason, Fastos. México: UNAM.

PLINIO CECILIO SECUNDO (1973). Opere, vol. I, a cura de Francesco Trisoglio, Torino, Unione Tipografico-Editrice Torinense.

PAUSANIAS (1977). Grecciae Descriptio, vol, II et III, edit, M.H. Rocha-Pereira, Leipzig, B. G. Teubner.

REINACH, S (1912). Cultes, mythes et religions, Paris: Classic Reprint.

SAHAGÚN, B (1988). Historia General de las Cosas de la Nueva España, Madrid: Alianza.

 

SOBRE LA AUTORA

Mariana Pablo Norman es mexicana, licenciada en letras clásica por la FFyL, UNAM, maestra y  doctora en Filología medieval por la UAMI, profesora de griego y latín en la ENP, UNAM y miembro de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada.

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