El mito de Agustina, un poema del escritor Sebastián Hamlin

Por haber sido cruelmente sometida,
Al infortunio infesto de la razón,
Abrumada reza la doncella Agustina,
Mientras sostiene en ciernes su frágil corazón.

Pero Agustina no es una mera princesa.

Y, desde el infinito, se aprecia su rostro que asoma.
No es Helena de Troya, ni ha crecido en la realeza,
Mas es su belleza superior a la de Roma.

Hace siglos que reza e implora Agustina,
Pues su vil dulzura la obliga a compadecer:
La nobleza, robustez y la entereza mortecina,
De los hombres que por ella han de perecer.

Yo observo conmovido y taciturno,
A todos aquellos que intentaron luchar,
Entre montañas, valles y pinos nocturnos
Uno a uno van cayendo hacia el fondo del mar.

¿Qué otra imagen cabe en mi mundo de seda,
Si sus ojos de fuego me han inspirado a vivir,
Si el poder vizcaíno y etéreo de su ánfora griega,
Me han regresado el alma y devuelto el sentir?
No obstante, es un sentir infinito y virulento,
El que siento cuando, escondido, veo a Agustina.

En el aposento oscuro de mi corazón, el tormento,
Son los bordes del amor, donde la vida termina.

Y no queda mucho esta noche por contar
Cuando Agustina calla, me escondo y reflexiono.

Sus ígneos susurros se elevan briosos junto al mar,
Y erigen de la Tierra los templos del abandono.

¡Agustina, Agustina, Agustina!
Que tu vuelo se alce como las golondrinas,
Y que desprendan tus alas mi angustia sometida,
Que el silencio de tu boca abierta y desnuda,
Calme el efímero abismo de mi estentórea realidad.

¡Agustina, Agustina, Agustina!
Que la danza mortuoria y vivaz del tiempo y sus arrugas,
Cual clamoroso golpe derrumbando torres de cristal,
Vea la sedienta luz que cobarde se rinde ante tu figura,
Y alumbre el rostro afligido de mi barroca soledad.

¡Agustina, Agustina, Agustina!
¿A cuántos hombres más piensas asesinar?
De todas partes del mundo, siempre han venido relucientes,
Robustos, musculosos e indomables caballeros,
Y todos ante la belleza inmortal de tu rostro envolvente,
¡Han rendido sus armas y han descendido al océano!
Y desde el abismo añoran tus besos hirientes.

¡Agustina, Angustia, Agustina!
¿Es que yo no soy digno de ahogarme frente a tus ojos?
Cuando todos caminan sumisos, y aún tortuosos,
Me observas de soslayo, tímida y perdida
Como buscando un alma aún viva,


Que perdone tu corazón

Y le otorgue reposo.

Sobre el autor

Sebastián Hamlin es egresado de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini y estudió ingeniería química en la Universidad Tecnológica Nacional. Actualmente se desempeña como ingeniero de procesos en una empresa de la industria alimenticia. Se dedica a la escritura desde los 15 años, principalmente a la poesía, y hace dos años también a escribir novelas cortas.

Imagen: Agustina de Aragón imaginada por el pintor Augusto Ferrer-Dalmau en 2012.

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